lunes, 6 de febrero de 2012

Sin toque no hay paraíso.

"El Pegaso nos dio un baño, pero el olor de  Pablo persisitió".
El sábado pasado se produjo un encuentro entre dos equipos en dinámica positiva, cada cual a su manera.

Por un lado, el equipo local, el Pegaso, que se encuentra en la parte alta de la tabla y el José Luis Saso, con el balsámico triunfo sobre el Laguna como argumento.

La escuadra neroazzurri presentaba de nuevo bajas, los exámenes y las lesiones lastraban de nuevo al equipo visitante y Víctor y Edgar tenían que hacer encaje de bolillos para realizar un buen once. El vestuario estaba conjurado para hacer buen partido ante un rival complicado, y eso intentaron cuando el árbitro, joven e inexperto, marcó el inicio del duelo.

El equipo inicial lo componían Juan bajo palos, Dani en la izquierda, Raúl (No el del Schalke) en diestra y como dupla de centrales PABLO y David, ambos zurdos. Delante de ellos dos peloteros, que no pelotudos, Rubén y Carlitros, con Mikel más adelantado. Este terceto era responsable de guiar al equipo hacia la victoria y de nutrir de balones a Hugo, Héctor y Tuky, tripleta atacante.

En el banquillo aguardaban su momento Miguel, Santi y Jesús. El timorato comienzo de los visitantes se plasmó en el minuto diez cuando, tras ciertas llegadas de los rojillos, un balón a la espalda en claro fuera de juego fue aprovechado y enviado a las redes por el ariete local. 1-0 y cierto desánimo, que Víctor y ese que se parece a Abelardo, del Alavés, intentaron arreglar arengando a sus chicos.

El equipo local era rápido en el toque y de ideas claras, marearon al centro del campo con sus veloces transiciones y dejaron en evidencia lo que se sufre sin balón.

En un arrebato de coraje, Héctor hizo una presión sobre el arquero rival y éste tuvo que desembarazarse del cuero, que golpeó en el costado del amanerado 9, que lo propulsó a las mallas. Sin embargo, el árbitro decretó mano, demostrando que veía menos que un gato de yeso, ante la ira de los visitantes.

Éstos recularon y recularon, provocando llegadas que el Pegaso no supo transformar en gol, si bien cabe reseñar el trabajo de David y Pablo sofocando esas ofensivas del equipo de rojo. El Saso estaba impotente, no lograba crear fútbol ni hilvanar tres pases seguidos, pues el balón llegaba al lateral y éste no tenía a quién dársela, por lo que rifaba el esférico, siempre en favor del Pegaso.

Con estas sensaciones negativas se llegó al descanso. Solo un balón puesto desde la banda por Tuky había inquietado a la zaga local. El balance era que solo los centrales habían hecho una buena labor, el resto no era nada bueno.

En la caseta, la dupla técnica puso a Santi sobre el verde en detrimento del extenuado Tuky.
Con este cambio el Saso parecía despertar ayudado por las indicaciones recibidas en el asueto, y se sucedieron las llegadas al área rival y a su vez se mostró gran agresividad, siempre de agradecer.

Raúl tuvo que pedir el cambio debido a su cansancio, no podía más el pequeño carrilero, y su lugar lo ocupó Jesús, lo cual conllevó que el sistema 4-3-3 pasara a ser de tres defensas en busca del añorado empate.

Esta vez quizá no fue acertada la decisión, pues tras sendas paradas de Juan y un pase peligroso dentro del área despejado de milagro por David, un balón se coló a la espalda de la zaga y tras un pase de la muerte, el gol subió al tanteador.

El equipo visitante no se amilanó y decidió cargar hacia el arco rival en busca de marcar un tanto que pusiera nerviosos a los locales. De hecho, en un balón embarullado, Mikel envió su chut al travesaño, para frustración de sus compañeros.

Y en una contra mortal de los veloces chicos del Pegaso, el delantero rival se plantó en mano a mano y puso el definitivo 3-0 en el marcador.

El partido murió con un Saso que jugó media hora con más corazón que cabeza y que no demostró su mejoría en el juego. Esperemos que lo haga pronto.

La anécdota de la tarde fue que la puerta del vestuario estaba más cerrada que una vasca y no abría, cual vasca, lo cual Tuky decidió solventar rompiendo la llave, para regocijo de sus compañeros. Fue precisa la llegada de un técnico especializado en esas lides para abrir el paso a la caseta, donde los chavales de pantalón negro fueron conscientes de que necesitaban darlo todo para vencer.

Ahora, a por el Parquesol el sábado a las 16 horas.

¡Podemos! (y debemos)

No hay comentarios:

Publicar un comentario