lunes, 28 de mayo de 2012

El latir neroazurri

La derrota en Laguna marcaba la baraja franjinegra. Solo pasaba por la cabeza hacer un resultado mejor que el Laguna, pues un triunfo de los rojinegros condenaba al Saso a la Segunda División. El empate a puntos y el perdido golaverage obligaba a conseguir un mejor resultado que los rivales de la pasada semana, que iban a enfrentarse al Santovenia, sin nada que jugarse.

La semana había pasado sin excesiva tensión el club neroazurri era consciente de que su tren estaba ya saliendo de la estación, y solo una carambola podría ubicar al Saso en esos asientos. Incluso Josele, quién sabe si en una estratosférica jugada psicológica o en un mero berrinche aseguraba que los chicos a los que controla estaban ya condenados.

El partido, en horario unificado, estaba decidido para las 17 horas del domingo, y el Saso contaría con las bajas de Pablón, sancionado, y Tiñas, que no se veía con confianza para afrontar este encuentro. La bruma adormecía unos ánimos que deberían estar por las nubes, de ahí que desde el calentamiento la dupla técnica no cejara en sus empeños de animar a sus chicos. En el vestuario se aportaron las pautas para derrotar a un Pegaso que como arquero tenía a Fran, viejo conocido del club.

Los once elegidos para el último partido de la temporada eran Juan en meta, Jorge, David, Xufo y Dani en línea defensiva, con el Lechón de la Dehesa, Mikel y el recuperado del aficionado Andrés en medular. Los responsables de marcar los goles eran Morro, Hugo y Héctor.

La contienda comenzó con nervios, tanto en los 22 jugadores como en la grada, pues familiares y amigos se juntaron para ver el trascendental partido. El partido era de escaso nivel, empañado por unos instantes de molesto humo que llegó a dificultar la práctica del fútbol.

Las ocasiones no llegaban salvo meros intentos lejanos por parte de los locales y balones al área enviados por los rojillos, que la defensa del Saso pudo neutralizar con eficacia. El duelo se decidiría por pequeños detalles, pues ambos equipos impedían la aparición de ocasiones de gol hasta el punto de que el encuentro parecía abocado al 0-0 al descanso cuando Dani, tras una pena máxima forzada por Morro, engañaba al meta rival y daba ventaja a los suyos.

El silbido del árbitro señalaba el fin de las hostilidades tras 45 minutos de juego, en los que el calor y el esfuerzo provocaron el éxodo masivo al vestuario en busca de agua. Víctor y Edgar buscaban con sus arengas que la intensidad se mantuviese y se erradicaran los desajustes en medio campo, causantes de las oportunidades de gol de los visitantes.

Tras reposar los convenidos 15 minutos, de nuevo llegaba el momento de seguir bregando por la ansiada permanencia. Los muchachos de negro y azul eran sabedores de la importancia del triunfo y decidieron luchar para mantener la categoría. El Pegaso, joven pero de gran calidad, reaccionaba e iba llegando el peligro a la meta local, tanto a balón parado como por envíos a la espalda de la defensa, abandonada por la medular.

En una de esas ocasiones, un córner sacado en corto ante la pasividad de la presión acabó en área pequeña para que el jugador de rojo subiera el peligroso empate al luminoso. La grada, el banquillo y los once protagonistas sobre el tapete se derrumbaban, el objetivo se alejaba hasta ser casi inapreciable en el horizonte.

Los nervios y la tensión se hicieron con el control del Saso, condenado a insulsos arreones sin precisión ante un rival sabedor de su papel, que jugaba a la contar y con balones rápidos y ágiles. Tras varias ocasiones bien respondidas por la defensa y el portero local, llegó la puntilla. En un balón perdido por Morro en la línea de medio campo se armó una ágil contra que el rival no falló para consternación de los neroazurri, que veían como el 1-2 los enviaba sin billete de retorno al infierno de Segunda.

El cuerpo técnico, que previamente reemplazó a Mikel por Rivera, trató de darle otro ritmo al encuentro con la incorporación de Viruta y el aficionado Javi Pérez para lograr el vital gol. Sin embargo, estos no eran capaces de cambiar la dinámica de ataque rival y esfuerzo defensivo de David y Jorge, pues Xufo y Dani eran unos inquilinos más del área rival.

Las ocasiones las ponían los de rojo, hasta el punto que Juan y David tuvieron que dar lo mejor de sí msimos para que la ventaja no fuera insalvable. Y no fue posible, pues en otro balón largo la zaga no puedo evitar el tanto del Pegaso que sellaba el descenso. O eso lo parecía al ver los rostros de los chicos que llevan jugando juntos desde hace eras. David estaba prostrado en el suelo necesitado de ayuda para aliviar su tensión muscular, y el resto de jugadores se miraban entre sí para encontrar una solución al desaguisado.

Y el problema era serio, pues a falta de 15 minutos el 1-3 era la sentencia. Y de pronto, cuando nadie ya daba un real por los muchachos del Saso, estos tomaron una decisión. Se conocen, salen juntos de fiesta, viven cerca, han creado este equipo, han traído a los nuevos inetgrantes y no iban a consentir que en el primer año de Edgar y Víctor, Víctor y Edgar, se consumara un descenso que nadie deseaba ni preveía.

La sangre neroazurri hervía en las venas de los once gladiadores que, con la lengua fuera, arreaban en busca de salvar su orgullo. Y de pronto, el milagro. Tras unas ocasiones de imprecisión, Rivera se hacía con un cuero en área rival y, con precisión, lo enviaba al fondo de las mallas para éxtasis de la parroquia de los Cerros. Quizá él no lo sepa, pero es el gol de su vida y uno de los más importantes de la noble Historia del club al que ahora defiende.

El marcador indicaba que restaban 6 minutos para los 90 reglamentarios y el 2-3 no servía lo más mínimo. Sería remar para morir en la orilla. Las lágrimas que habían amenazado con recorrer el rostros de los presentes se sustituían por briznas de ilusión, compañerismo y cariño y amor por unos colores.

El marcador señalaba el descuento cuando llegaba el último saque de esquina de la temporada. Ante el jolgorio popular, Juan subía a rematarlo para con sus dos metros poner en aprietos a la zaga. Y vaya si lo hizo. El balón que Carlitos puso en su testa lo remató en un ágil y grácil brinco, pero el cuero salió rebotado al área. El Gran y Rechoncho Timonel controló el esférico y puso el balón al área pequeña.

Tic, tac. Pom, pom. Oíase el zumbido de las moscas, el segundero de los relojes, el respirar de los futbolistas, a medida que el balón recorría, en lo que parecía una eterna travesía, el área pequeña. El arquero rival saltaba a detenerlo, pero Juan, que estaba como 9 puro, lo placó e impidió su llegada al mismo.

Pom, pom. Tic, tac. El cuero seguía su andadura y parecía que se perdería por el lateral. Pero las grandes gestas no pueden tener un final triste. Cuando nadie se lo esperaba, el más pequeño, el más rechoncho, el más clarinete, el más Viruta, metía la testa y, con más corazón que cabeza, enviaba el esférico a la red.

Mientras el árbitro señalaba el círculo central, producíase el momento más feliz de los jugadores, padres, entrenadores y amigos sobre un césped artificial. Mientras banquillo y jugadores se fusionaban en la piña del éxtasis, del gozo, de la alegría, del compañerismo, de la humildad, de los valores, del fútbol, de la amistad, de la igualdad, de la solidaridad, del respeto. Del Saso.

Allende las vallas separatorias, un señor como Carlos Diez-Astrain brincaba como en sus tiempos mozos en las tierras de Colindres, la sangre que ha proporcionado a su hijo, que capitanea el Saso con orgullo. Otro progenitor del otro bravo capitán como David, Ángel Sanz, no daba crédito a sus ojos y enloquecía de felicidad. Borja Saso bramaba de gozo, Daniel el Gorras agonizaba de pasión, y Víctor y Edgar se abrazaban a sus pupilos en señal de que el objetivo se cumplía.

Josele, de enviado especial a Santovenia, aprovechaba las nuevas tecnologías para informar que el Laguna perdía y, con ese empate en extermis, el Saso era de Primera con todas las de la ley. Nada más mover el cuero los rojillos pitaba el colegiado el fin de la agonía y el principio del gozo. Unos yacían en el suelo, otros se abrazaban, otros caminaban anonadados bajo unas características comunes: Vestimenta franjinegra y corazón del Saso.

La siguiente etapa eran los vestuarios. Tras recibir las felicitaciones de los padres y asistentes al encuentro, llegaba la hora de celebrarlo. Bajo la batuta de un enfermo del Saso, Juan, cánticos como "Es de Primera, el Saso es de Primera", "José Luis Saso, José Luis Saso, José Luis Saso" o "José Luis Saso lolololo" eran vociferados como si no hubiera un mañana. Edgar y Víctor, parte fundamental de este éxito, veían con tristeza y alegría cómo una marabunta franjinegra los llevaba a la ducha y eliminaba con agua su costra de roña.

La felicidad era completa. Cuando parecía que todo estaba perdido y no había esperanza, se demostró que al fútbol no ganan  los mejores equipos, sino los que juegan como amigos, son amigos y se quieren como hermanos. Del más alto al más menudo, del más gordo al más delgado, del más rápido al más lento, todos pasarán a la Historia como los responsables de la mayor gesta de este club.

Con el corazón, con la J, la L y la S del escudo. Con la memoria en estos años de campos encharcados, de tormentas, de rivales grandes y duros, de triunfos, de derrotas, de arañazos, de goles, de pases, de paradas y de risas. Porque así se vive en el Saso, siendo feliz. Y siendo feliz, el Destino no se va a cebar con nadie.

Porque somos el Saso. Porque somos neroazurri. Porque somos amigos. Porque te estás emocionando al leer estas líneas.

Te quiero, Club Deportivo Jose Luis Saso.


JN13.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Seguiremos soñando

Todos sabemos qué pasó aproximadamente el pasado domingo en Laguna. De poco sirve lamentarse y agachar la cabeza cuando aún queda mucha tela que cortar. Muchas lenguas hablarán de la ocasión que se dejó pasar, pero ya pasó la hora de lamentarse.

El vestuario ha hablado y ha decidido que el futuro es para los valientes, que el pasado ha de enterrarse a muchos metros para que nadie vuelva oír hablar de él. Y llega el momento de la conjura. No se harán queimadas, ni concentraciones, no queremos charlas eternas en el evstuario, ni soflamas, ni argumentos. Nos vale con creer en nuestras posibilidades. 

El año pasado conseguimos subir a Primera División con tesón, gallardía y orgullo, disfrutando sobre el terreno de juego y, lo más importante, fuera de él. Porque esto es el Saso. Entrenamos dos días a la semana, los viernes los disfrutamos por nuestra cuenta, no tenemos entrenadores de renombre porque nos basta con tener personas y no un animal con silbato. Y cuando tenemos tiempo libre nos juntamos para divertirnos como amigos y como equipo.

El que se apunta a este equipo pensando en ganar sea como sea está muy equivocado. A veces se hacen las cosas mejor, a veces hay cosas que se podrían mejorar, no lo sé. Ni me preocupa, porque sé que todos y cada uno de mis compañeros que se cambian en mi vestuario, que se ríen de mis bromas, que se asombran con la cabeza de Mikel, que se ponen la zancadilla, que se tiran caucho, que recortan en las vueltas al campo, que escatiman los abdominales, que huyen de las flexiones, que se escabullen de llevar los conos, sé que todos ellos piensan lo mismo que yo.

Buena parte de este equipo lleva aquí desde que no levantaba cinco palmos del suelo, y seguirá estando hasta que le sea posible, porque cuando uno entra en el Saso es muy difícil salir. Cada año vienen dos o tres y se va alguien, pero el bloque es el mismo, y la ideosincrasia, también. Pasarlo bien todos juntos dando patadas a un balón y al compañero más cercano cuando nadie mira.

Este año ha habido lesiones, el Aficionado ha minado nuestros recursos, los horarios no nos han sido favorables, y junto al hecho de que aquí nadie es un futbolista extraordinario, ahora estamos en una situación muy delicada.

Nos queda un último partido en el que tenemos que ganar. Quizá sea suficiente, quizá no lo sea y el descenso se cebe con nosotros. No me preocupa, porque esto es más que mirar cada semana una clasificación. Es saber que estamos todos juntos, como una familia, preparados para afrontar este reto con toda nuestra intensidad y corazón.

Hay quien lleva cuatro meses aquí y ya evidencia ese sentimiento. Edgar y Víctor se niegan a creer que estamos en Segunda y son capaces de alzarle la voz a una institución como Josele, pero en ningún caso son ellos los que van a ganar este partido. Somos nosotros, los imbéciles que aparecemos en el apartado de ''Plantilla''. Esos amigos que llevamos tanto tiempo jugando juntos, que sabemos al milímetro lo que va a hacer el de al lado con el cuero en los pies.

Este año ha sido un buen año. Lo hemos pasado muy bien. Hemos disfrutado en los momentos buenos, hemos apretado los dientes cuando la cosa iba mal. Por eso hay que ganar este partido contra el Pegaso. No por mantenernos en Primera o evitar la Segunda, ni por ver más alto nuestro nombre en la clasificación, sino por la felicidad de saber que hemos cumplido un objetivo.

Que cuando todo iba mal nos hemos levantado, sabemos que hay compañeros que se van a dejar la piel para mantener la categoría. Y si no se consigue, nadie se va a morir por ello. Hemos disfrutado, hemos competido, hemos jugado. Y por eso hay que ganar, insisto, no por alardear de ello en caso de permanencia, sino por ver la felicidad en los ojos de esta panda de zánganos que tenemos por compañeros de vestuario y amigos fuera de él.

El C.D.José Luis Saso no es un club, es un grupo, una asociación de amigos que son felices jugando, y aún más felices cuando están cerca del compañero pasándolo bien. Por eso vamos a ganar el domingo a las 17.00, no por nuestros padres, ni los amigos de la grada, ni por los entrenadores, ni por Josele, ni por Luis Saso, ni por Borja, ni por los del bar. Vamos a ganar por nosotros.

Somos uno.

lunes, 14 de mayo de 2012

Baño para creer

Una final. Una final. No cabía otra palabra en la mente de los jugadores del José Luis Saso. Si perdían el partido contra el Boecillo, que la semana anterior derrotó al San Isidro, eran carne de Segunda. En caso de triunfo, la primera categoría se rozaría con los dedos.

La fecha elegida para dar el paso adelante era el domingo, que pronto trajo buenas noticias: El último calificado, el San Isidro, había derrotado 2-1 a los de Laguna, rivales directos. La Rondilla tampoco pudo puntuar y el Parquesol empató con el Pegaso el sábado. A ello su unió el triunfo del Parquesol de categoría superior, que conlleva el descenso de cuatro equipos de la liga provincial. Y entre ellos no está el Saso.

Bajo el ardiente sol los chicos franjinegros tenían la consigna de ganar y convencer. Para conseguirlo, la dupla Edgar-Moreno, con la ayuda del recientemente entrevistado Borja, consideró que lo mejor era poner sobre el campo a Miguel en puerta y la defensa para Raúl, David, Xufo y Pablo. Por delante de ellos Dani, Carlitos y Hugo, dado que el ataque era para Rivera, Viruta y Jorge. En la caseta esperaban Juan, Santi, Jesús, Tuqui y Héctor, que con un problema con la ficha no pudo saltar de inicio.

La intensidad era máxima desde el primer momento, sabedor el equipo de la importancia del choque. Viruta creaba peligro cada vez que penetraba por banda y ponía peligrosos pases que no llegaban a su destino. Pronto se puso el encuentro de cara, pues en un catapultazo de banda de Pablo Jorge aprovechaba una imprecisión de la zaga para, a los 18 minutos, adelantar a los locales. Gracias a una lesión en los de Boecillo el Saso tenía aún más cerca la victoria, que se fraguó con los prácticamente inmediatos goles de Viruta, por banda, y Xufo, a la salida de un corner.

Los de verde, con 10 sobre el terreno, poco podían hacer salvo esperar el fallo y la carambola. Mientras tanto, el Saso se dedicaba a fallar claros goles, como sendas ocasiones de Rivera y un tiro lejano de Hugo. Curiosa fue la reacción de Tiñas, que dijo ''Uy, pues ha cogido efecto'', para regocijo de los suplentes. Bajo esta espiral de fallos, los rivales comenzaron a atacar, sobre todo con el balón parado. Ahí llegó su más clara oportunidad, que solventó Miguel con una gran parada. El resto de llegadas rivales acababa en las redes protectoras.

Con ambos equipos sin capacidad de marcar más goles, llegó el tiempo de descanso para reposar, hidratarse y plantear nuevas estrategias. Héctor ocupaba la medular y Hugo pasaba a la delantera fruto de que Viruta tenía que ir a coger el autobús, si bien lo acabó perdiendo.

El control del cuero seguía siendo franjinegro, que con cada ocasión generaba peligro ante la adelantada defensa del Boecillo, tirando, con éxito dispar, el fuera de juego. El juego por el centro se trababa debido a las excesivas conducciones, por lo que fue necesaria la labor de Pablo, Dani y Jorge por las bandas, incidiendo en la zaga rival hasta el punto que Hugo subió el cuarto al luminoso en jugada colectiva.

Con el partido encarrilado, un convaleciente Jorge dejaba el campo en favor de Santi. Poco después entró Jesús por el cansado Rivera, que va cogiendo ritmo de competición. Ambos suplentes salieron con ganas de reivindicarse, Sani desde la cal y Jesús por el centro. En una jugada del espigado extremo, Jesús ponía el cuero en las mallas en un disparo ajustado desde fuera del área, para alegría del novato, que marcaba su primer tanto con la elástica del Saso.

Santi tenía ganas de más y trató de elevar la renta con pases y disparos, de ahí que los siguientes dos goles llevaran su firma. Incluso pudieron ser más si la puntería de sus compañeros hubiera estado más engrasada. Cada jugador local quería marcar gol, especialmente Tuqui, deseoso de inaugurar su cuenta esta temporada. Sin embargo, el fuera de juego y el acierto del meta rival impidieron su gol. Con los neroazurri pensando egoístamente en anotar, hasta el punto de negarle el cambio a Juan, el orgullo de Boecillo reapareció y subió el tanto de la honra al contraataque.

El partido moría sin que llegaran más goles al luminoso de los Cerros, donde el sol era testigo de excepción de la declaración de intenciones del Saso, reacio a descender a una división que no es la suya.

Tres puntos de oro que sirven para adelantar a rivales por la permanencia y coger confianza de cara al vital partido contra el Laguna, fuera de casa, que marcará el éxito o el fracaso de la temporada del Saso. Para ello queda una semana de concentración, esfuerzo y orgullo por un club y una camiseta que merece permanecer en la Primera División Provincial Juvenil de Valladolid.




EL CRACK:

Santi: Salió desde la caseta para hacer un doblete que puso en siete los goles anotados.

EL DANDY:

Viruta: El gol y el peligro creado en 45 minutos indicaron el camino del triunfo.

EL DURO:

Víctor: No quiso dar a Juan unos minutos como referencia del equipo.

VAYA DÍA:

Rivera: No pudo esternarse en el Saso pese a gozar de alguna ocasión clara.

EL KRAKEN:

Todo aquel que no crea en la salvación del Saso.


domingo, 6 de mayo de 2012

Sufrimiento, angustia y triunfo

Cada una de las casas de los miembros del José Luis Saso tenían un día especialmente marcado en rojo en el calendario. El partido contra el Sur, al que fueron capaces de derrotar en la primera vuelta, marcaría el devenir del equipo. La derrota ponía muy seriamente la soga del descenso al cuello del club, mientras que el triunfo inyectaría moral y elevaría las posibilidades de permanencia.

El equipo estaba citado a las 17.15 del sábado para afrontar con garantías el vital encuentro. Las bromas iniciales concluyeron a la entrada en el vestuario, pues la concentración se percibía en cada uno de los rostros de los jugadores. Allí, Víctor dio una noticia que minó la moral de sus chicos: Edgar estaba al borde de la muerte y le quedaban pocas horas de vida. Este anuncio motivó a los franjinegros, deseosos de dedicar una victoria a su querido pelón.

Nadie esperaba lo sucedido a continuación, pues el entrenador advirtió que el equipo Aficionado, muy justo de efectivos, necesitaría a tres juveniles para cumplir el cupo y no ser eliminidos durante dos años. Por lo tanto, Moreno dejó sin vestir a Miguel, Tuqui y Niñas. En la pizarra aparecían los nombres de Juan en puerta, defendido por Jorge, David, Xufo y Pablón. Delante de ellos un doble pivote con Mikel y El Gran Timonel, dado que la responsabilidad ofensiva recaía en Dani en banda diestra y Hugo, Héctor y el recuperado para la causa Morro con libertad de posición entre ellos. A destacar la actuación de Mikel, que con una tendinitis seria en la rodilla forzó para ayudar a sus compañeros.

Bajo un cielo primaveral que alternaba sombras con un sol cegador, Moreno era acompañado por Viruta y Rivera para presenciar un partido que comenzó impreciso y sin orden, en el que cada equipo trataba, con nulo éxito, dar tres pases seguidos. Era la Sur la que llevaba el orden en esos primeros compases, hasta el punto que en una imrpecisión de la zaga hicieron el primer gol, poniendo los nervios a flor de piel en los franjinegros, hasta el punto que Carlitos trató de hacer la jugada de su vida a continuación desde el medio del campo.

Por fortuna, el robo de balón no acabó en 2-0, pero a punto estuvo en una clara ocasión de gol. Poco a poco fue recobrándose la calma, y los visitantes fueron llevando peligro a la meta de los rojos, cuyo portero, acosado por el Frente Saso, se puso como un flan en momentos clave del encuentro.

El peligro llegaba a la meta local mediante los proyectiles que la Catapulta Cubillo enviaba al área rival, cual peligrosos saques de esquina. En uno de sus aéreos pases, Mikel aprovechó una indecisión de la zaga para meter su amplia cabeza e igualar a uno el tanteador.

La primera parte parecía haber cambiado las tornas, pues los de rayas azules y negras tomaron el control y con un juego directo consiguieron adelantarse con un gol de Hugo, que entró desde la banda derecha y chutó ajustado a la cepa del poste, para alegría de sus compañeros.

Ese gol tranquilizó a los visitantes, que vieron como el peligro llegaba a su meta en un mano a mano parado por Juan y un potente disparo de falta que un pelirrojo enloquecido envió al travesaño. 1-2 y al vestuario, por fortuna para los neroazurri. En la caseta se juntó lo más poderoso del club, Luis Saso y su hijo Borja acompañaban a Víctor, formando una troika que aconsejó y corrigió detalles a los futbolistas. La consigna era clara, intentar tener el cuero y no fallar ni en defensa ni en ataque.

La segunda parte comenzó con susto, pues en un balón dividido Juan atrapó el esférico pero se llevó elr ecado del 9 rival, que dejó el pie en la cabeza del portero. Tras un mareo y unos segundos de reposo, todo volvió a la normalidad, aunque ciertas gotas de sangre impregnaron el guante del arquero.

Los minutos pasaban y el Saso tuvo la oportunidad de tomar una ventaja definitiva, pero primero una imprecisión entre Morro y Héctor y luego Dani, que marró una ocasión clara delante de la portería y sin guardameta, enviándola al larguero, impidieron el gol.

Viruta contó con 30 minutos para darle otra chispa al partido en sustitución de un exhausto Mikel, que con una seria lesión lo dio todo sobre el tapete. El achaparrado extremo inetntó desbordar a su par, con éxito, si bien sus pases no eran acertados y no acababan en ocasión clara.

Esta vez eran los rojos los que atacaban a un Saso que se protegía como los grises de los maquis. Las incursiones por banda las detenían Jorge y Pablo, mientras que David y Xufo cortaban toda llegada central. Solo era a balón parado la baza de los lcoales, si bien Juan se mostró inexpugnable valiendo sus dos metros de altura.

Morro dejaba su puesto a Rivera, encargado de dificultar la salida de balón de un Sur que atacaba sin cuartel ante la espartana defensa de los franjinegros. Las fuerzas decaían y a punto estuvo de igualarse la contienda en un duelo entre el delantero y Juan. El espigado portero detuvo el tiro, pero cuando el balón agonizaba en su camino al gol, David apareció imperial para mantener el triunfo. Al poco Dani dejaba su lugar a Baúl, a fin de mantener el resultado.

El encuentro agonizaba y el corazón se detuvo cuando Héctor, inocentemente, pegó una patada en su afán por despejar el balón a un rival. El árbitro, muy correcto en el partido, no señaló nada y el partido murió con nuevas llegadas aéreas biend espejadas por la sobria zaga local.

El silbido final dio lugar a una piña y una alegría brutal, además de tres puntos fundamentales para la salvación del club. En el próximo encuentro, contra Boecillo, el triunfo sigue siendo vital para seguir en primera división.


EL DANDY:

La defensa. No permitió grandes ocasiones a los locales.

EL CRACK:

Mikel. Su gol y su esfuerzo fueron de suprema importancia para la victoria.

EL DURO:

El 9 rival. Dejó la bota en la hermosa cara de Juan.

VAYA DÍA:

Dani. No estuvo muy acertado por banda.

EL KRAKEN:

Todo aquel que no crea que este equipo es de Primera.




JN13












miércoles, 2 de mayo de 2012

El fútbol es así

Es la reválida. Era el momento de avanzar y conseguir tres valiosísimos puntos contra la Medinense, para conseguir mantener el sueño de la primera división. Sabedores de que en la ida, con un campo prácticamente impracticable y un frío digno de sobaco de yeti, la derrota fue de 2-0, los franjinegros afrontaban con ilusión un partido fundamental para sus aspiraciones.

No existía otra alternativa a la victoria para huir del pozo del descenso. El objetivo era más factible gracias a la progresiva desaparición de las temibles lesiones, pues Viruta volvía, y por fin había cambios en el banquillo, como en las últimas jornadas.

Edgar fue el encargado de dirigir al equipo desde una hora antes del encuentro, pues su homólogo Víctor estaba durmiendo la resaca. El simpático alopécico se puso el mono de trabajo y arengó hasta la saciedad a sus pupilos, sabedor de que un equipo que sale motivado tiene más posibilidades de triunfar. Con el propósito de vencer a los rivales, el once del Saso lo conformaban Miguel bajo palos, Tiñas en el flanco zurdo como defensa, pues Jorge retornaba a su posición de lateral. La dupla de centrales era la eterna David y Rubén. El centro del campo era para Dani, Mikel y El lechón rubio. La delantera la ocupaban Héctor, Tuqui y Viruta. Curioso fue el comentario de Edgar al mencionar que Viruta era más capaz que Tuqui, en un arrebato de sinceridad.

La contienda arrancaba mientras Jesús, Rivera, Javi Pérez, Santi y Juan esperaban su turno en el duro banco. El dominio inicial era para los bravos locales, conscientes de la relevancia del partido, si bien los primero minutos del encuentro se caracterizaron por la gran labor táctica de ambas escuadras, lo cual impidió que hubeira llegadas significativa a áreas.

Por fortuna, Víctor llegó para poner fin a la anarquía que su compañero había sembrado, y fue a los pocos momentos de su aparición cuando Mikel, en uno de esos goles que marca con el corazón, hacía efectivo el gol. 1-0 y Juan veía cómo su sueño se hacía realidad, pues aseguró que esa noche lo había soñado. La ventaja era fiel al fútbol que se practicaba, pues por primera vez en mucho tiempo el Saso jugaba como sabe, tocando el balón. La misma gárgola pudo aumentar el tanteador con un precioso disparo que restalló contra el larguero, cual cinturón en lomo de Pablo. Lástima ese chut, pues pudo significar un punto de inflexión para el devenir del duelo.

Los cachorros de Josele seguían siendo superiores, tanto en zaga como en vanguardia, por lo que el peligro lo llevaban los locales hacia la meta medinense. Justo antes del descanso, Tuqui iracundizó a Héctor con un disparo al cuerpo del arquero, en detrimento del 9, en posición privilegiada para el gol.

La dupla de entrenadores llegó al vestuario con las ideas muy claras, seguir tal y como se estaba jugando y plasmar la superioridad defensiva en una victoria. Poco más había que decir dado el compromiso de los jóvenes futbolistas.

Y de nuevo la diosa Fortuna apareció, pues a los 5 minutos tras el asueto Héctor agarró un cuero a pase de Viruta, asistente por partida doble, y lo introdujo para duplicar la ventaja. Gran labor por banda de Viruta, siempre incisivo y veloz.

La felicidad se adueñaba de Los cerros y todo hacía presagiar el ansiado triunfo local. Sin enbargo, un despiste en medio campo conllevó un envío profundo que el delantero rival no dudó en meter en portería. De nuevo aparecían los sudores fríos y los miedos en la mente franjinegra, muy castigada por la desgracia en los últimos tiempos.

Y así fue, porque en un error de marca el 2-2 se adueñó del electrónico gracias a un preciso remate de cabeza a la salida de un córner, donde el Saso estaba demostrando seguridad.

El partido volvía a abrirse y los cambios intentaban refrescar el duelo. Jesús, Santi, Rivera y Javi Pérez saltaban al tapete para buscar el ansiado gol, si bien no gozaron de ocasiones claras para decantar el triunfo, dado que el partido llegó a ser bronco y con mucha tensión, con la adrenalina a flor de piel.

El Saso atacaba con más corazón de cabeza, tratando de resistir a la ausencia por lesión de Xufo, con una microrotura que lo impidió seguir jugando. Quizá por ello a punto estuvo la Medinense de culminar la remontada, pero el envío lamió el larguero.

Ya estaba todo vendido, pues cuando el silbato del árbitro indicó el fin de los 90 minutos, el empate a 2 seguía reflejándose en los ojos de unos jugadores sabedores de que habían dejado pasar una ocasión de oro. Con todo, nadie va a bajar los brazos, sino que es momento de seguir soñando por la victoria.



EL DANDY:

Héctor. Su gol y su visión de juego permitieron llegar a ir con ventaja en el tanteador.

EL CRACK:

Mikel. Su amplio despliegue físico, junto a su gol, es muy de agradecer cuando algo va mal.

EL DURO:

Jorge. Se encaró, presa de los nerviso, con algún miembro de la Medinense.

VAYA DÍA:

Víctor. Dejó desvalidos a sus chavales.

EL KRAKEN:

Todo aquel que no crea que el Saso es de Primera División.



JN13